FILOSOFIA - Aristóteles
SINOPSIS DE LA FILOSOFIA GRIEGA
La historia de la filosofía, contemplada después de su realización, aparece como uno de los
frutos más regulares y lógicos del espíritu humano. Pero hay que recordar el pensamiento de
Bergson que distingue lo "ya hecho", de lo que "está haciéndose". "La divinidad es activa en lo
viviente y no en lo muerto", enseña Goethe; lo que significa, al tratar de la historia de los
sistemas, que esta regularidad y orden de su desarrollo presupone dos elementos concomitantes
y absolutamente esenciales: el problema que plantea cada sistema, en virtud de la solución que
ofrece a las diversas cuestiones filosóficas, por una parte; y por otra, el advenimiento,
completamente arcano, de un pensador genial, que es capaz de hallar la solución a los
problemas planteados por los sistemas anteriores. Esta es la compleja relación que existe,
siempre, entre el problema y el sistema.
Sócrates enseña la teoría de la definición, lo que permite a la dialéctica platónica elevarse a la
concepción de las Ideas; porque Sócrates funda la lógica al resolver en un término medio el
problema planteado por los sofistas: "Todo es verdad" (Protágoras); "Nada es verdad" (Gorgias).
Sócrates resolvió, con su teoría de la inducción y de la definición, que algo es verdad; por tanto,
no es cada quien el módulo de la ciencia, ni tampoco es aceptable la incompetencia de la
inteligencia humana para alcanzar la verdad.
He aquí el término medio que resuelve el problema planteado en Gorgias y en Protágoras; pero
para la consecución del punto de vista nuevo se necesitó del advenimiento de un gran genio
filosófico: el de Sócrates.
Si se contempla lo histórico en su desarrollo ya formulado y hecho (tout fait, como diría
Bergson), nos aparece la historia de la filosofía perfectamente lógica; pero es obvio que sólo
pudo alcanzarse tal perfección de doctrina, merced a la aparición de un pensador genial.
Apoyado en el antecedente que para él significó el pensamiento socrático, pudo Platón,
cosechando la herencia, tanto socrática como pitagórica, elevarse a otro término medio, para
intentar resolver la antítesis heráclito-eleática; porque la oposición cosmológica preexistente
oponía el devenir heraclitano, a la perfección inmóvil y absoluta del ser de Parménides.
Entonces las Ideas resultaron ser la resolución de un problema total, sintético de la gnoseología
de Sócrates y las cosmologías rivales de Parménides y Heráclito. La definición socrática
postulaba la existencia del universal, o, por mejor decir, de los universales. Asimismo, algo
persistía sin cambiar (las Ideas), a pesar del flujo constante de la realidad sensible... ¿Cómo
habría podido surgir esta solución platónica, de todos los problemas del pensamiento griego, sin
el genio de Platón?
Pero el propio sistema platónico entrañó un problema más, a saber: la posibilidad de aceptar los
paradigmas, entidades o valores sumos, que permanecen en sí invariables e incorruptibles,
como el ser de Parménides y los números pitagóricos, en tanto que desfilan por los muros de la
Caverna los objetos contingentes y perecederos, ¡las sombras que pueblan el antro!
¿Qué son en sí las Ideas? ¿Esclarecen, verdaderamente, el enigma de la realidad? ¿Es posible
admitir algo que nunca cambia ni se muda, coexistiendo con algo que siempre se muda y
cambia? ¿No habría, por ventura, más congruencia, en las posturas de Heráclito y de
Parménides? ¿Vale más un sistema selectivo, como el de Platón, que los unitarios de Parménides
y de Heráclito?
Entonces adviene el genio de Aristóteles, que enseña: El ser individual es la sustancia verdadera,
única. Existir es una capacidad que sólo tienen los individuos. Las Ideas no pueden ser cosas en
sí.
¿Cómo explica Platón la relación que tiene que existir entre los universales y los individuos? Por
la "participación" de éstos en los arquetipos; pero esta "participación" es algo impenetrable a la
inteligencia del hombre. No se entiende cómo lo transitorio "participa" en lo eterno. Hay un
abismo entre ellos. Aristóteles resuelve que las Ideas son Formas; esto es, "son inmanentes en los
individuos, y se reproducen en todos los de una misma clase". Se puede abstraer la forma de la
materia; Platón la abstrajo, según Aristóteles; pero en seguida realizó su hipóstasis. La hipóstasis
es falsa; verdadera es la inmanencia de lo universal en lo individual; sólo la abstracción separa
ambos elementos; ¡porque cada ser individual y único, existente, posee sus determinaciones
propias, que afectan su esencia, que constituyen su individualidad!
Vuelve a repetirse el proceso que hemos visto reiterarse siempre: de los sofistas a Sócrates, de
Sócrates a Platón, de Platón a Aristóteles. En suma: cada sistema es la solución de varios
problemas; pero viene a constituir, asimismo, un problema nuevo para la posteridad, la cual se
hallará inerme ante la dificultad, frente a la "aporía", hasta que no se efectúe el advenimiento de
un hombre de genio, capaz de resolverla.
Por esto dijimos al principio que la historia de la filosofía, contemplada después de su
realización, se nos muestra como uno de los frutos más regulares y lógicos del espíritu humano;
pero que hay que tener en cuenta el pensamiento de Bergson, que distingue, preciosamente, lo
"ya hecho", de lo que "está haciéndose". Es decir, la historia de la filosofía es una evolución
creadora, que nos ofrece la confirmación perenne del pensamiento de Goethe: "La divinidad es
activa en lo viviente y no en lo muerto". Así se avienen en estrecho consorcio, los problemas y
los sistemas del pensamiento filosófico de la humanidad.