ECONOMIA POLITICA - La moneda
SUBSTITUTOS DE LA MONEDA
No solamente hacen las funciones de monedas las de metal y de papel que hemos
estudiado, sino también algunos documentos de crédito que las reemplazan perfectamente
y que deben ser considerados cuando se trata de determinar el volumen monetario de un
país. El cheque, el pagaré y la letra de cambio, constituyen verdaderos sucedáneos de la
moneda.
No son monedas propiamente dichas, aunque hacen la función de intermediarios de los
cambios, función característica de la moneda, por cuanto sólo tienen esta función siempre
que preexista la moneda. Como bien dice Pareto, la diferencia que existe entre estos
documentos de crédito y la moneda, no está en que esta última puede ser un bien con
utilidad directa, es decir, que además de su valor monetario tenga un valor como
mercancía por ser de metal fino (aunque a veces no la tiene), sino en la circunstancia de que
los documentos de crédito se dan y se reciben, porque implican la posibilidad de ser
cambiados en moneda en el lugar y momento determinados. Si no existiera moneda, no
habría documentos de crédito, de donde éstos están supeditados a aquélla.
El uso del cheque evita el empleo de la moneda. Su cancelación definitiva se hace a veces
sin necesidad de que intervenga la moneda.
La persona que recibe el cheque no realiza su cobro, sino que lo deposita en su cuenta
corriente en alguna institución bancaria. Los bancos, a su vez, compensan entre sí los
cheques girados a favor y en contra, procediendo a liquidar los saldos que resulten, que
hasta cierta cantidad tampoco significa movimiento de fondos, sino que son anotados para
futuras negociaciones. Estas compensaciones son hechas por intermedio del Clearing
House o Cámara Compensadora.
Mediante el pagaré se adquiere un bien, con la promesa de hacer su pago en una fecha
determinada, más o menos remota, es decir, no se hace uso de la moneda.
Este bien, a su vez, puede ser vendido en idénticas condiciones. El volumen de los negocios
comprende estas dos o más transacciones, para las cuales no fue necesario utilizar la
moneda.
En las relaciones entre los países, la única moneda que se admite es la metálica, cuyo
transporte es difícil y peligroso. Por estas circunstancias se ha tratado de evitarlo,
empleándose para ello la letra de cambio. Supongamos que en Buenos Aires existe una
persona A, deudora de cierta suma a B, residente en Londres. A su vez, otra persona C, de
Buenos Aires, es acreedora de D, que también reside en Londres. Si no existiera la letra de
cambio, A debería remitir a B la cantidad adeudada en moneda metálica. A su vez D habría
de realizar igual operación. Es decir, un doble transporte de dinero a través del océano con
los gastos inherentes (flete, seguro, etc.). La letra de cambio evita este transporte de
moneda. A paga en Buenos Aires a C la cantidad que D, de Londres, le adeuda. C, por su
parte, ordena a D que efectúe a B, de Londres, el pago que había de hacerle a él.
En la práctica, estas compensaciones internacionales se hacen por intermedio de los
banqueros.
Como hay un evidente interés entre las personas de los diversos países por adquirir las
letras de cambio, resulta que los precios varían y no coinciden exactamente con el valor a la
par de la moneda que representan. Estas relaciones entre el valor de la moneda de los
diferentes países se llama "cambio".
Las oscilaciones en el precio de las letras de cambio tienen un límite. Si la pérdida que se
produce en su adquisición excede al monto de los gastos de transporte de la moneda, el
comprador preferirá enviar la moneda metálica que comprar la letra de cambio.
Este límite se llama punto del oro o gold point.