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ASTRONOMIA - Las estrellas
MOVIMIENTO DE LAS ESTRELLAS
Las estrellas, aun cuando al parecer conservan entre sí las mismas distancias relativas, lo que
les valió la denominación de estrellas fijas, en realidad se hallan todas ellas dotadas de
movimientos, algunos velocísimos, que si no logran hacer cambiar la perspectiva del cielo
estrellado, es a causa de la gran distancia a que se encuentran estos astros.
El movimiento propio de las estrellas puede considerarse, bien en dirección perpendicular a
la visual, bien en dirección de la misma visual. El primero de estos movimientos se
determina conociendo la distancia de las estrellas y su desplazamiento en la bóveda celeste; y
el segundo, buscando el corrimiento de las rayas del espectro, debido al fenómeno de las
llamadas velocidades radiales. Una vez conocidos los dos movimientos, radial y transversal,
se deduce por cálculo la dirección y velocidad verdadera de las estrellas. Así, por ejemplo, en
la estrella más brillante del cielo, Sirio, se ha comprobado un movimiento lateral de 640
millones de kilómetros al año y un movimiento radial de alejamiento de 1.072 millones de
kilómetros en el mismo tiempo, lo que da un alejamiento real oblicuo de la Tierra de 1.188
millones de kilómetros al año. Arturo, la estrella más brillante de la constelación del Boyero,
se desplaza lateralmente a la velocidad de 350 kilómetros por segundo, y en el mismo tiempo
se acerca a la Tierra con la velocidad de 271 kilómetros, lo que proporciona una velocidad
real de 413 kilómetros por segundo, o sea, de más de 13.000 millones de kilómetros al año. La
velocidad media en el movimiento propio de las estrellas oscila entre 30 y 50 kilómetros por
segundo; pero algunas superan en mucho estas cifras, como acaba de verse con el caso de
Arturo.
Nuestro mismo Sol, que viene a ser una de tantas estrellas, tampoco está exento de un
movimiento rapidísimo a través de los espacios, según se ha comprobado analizando cierto
movimiento de conjunto que se observa en todas las
estrellas del firmamento. Este
movimiento no puede atribuirse a otra causa que al movimiento real de la Tierra, arrastrada
a través de los espacios juntamente con el Sol y demás astros del sistema solar; la velocidad
de traslación de este sistema es de 20 kilómetros por segundo, y el punto hacia donde se
dirige, llamado ápex, se encuentra en las proximidades de la estrella Vega de la Lira.
Conocidos los movimientos reales de las estrellas y de nuestro sistema solar, se prevé que,
andando el tiempo, las constelaciones se nos presentarán en configuraciones diferentes a las
actuales; pero para ello se necesita el transcurso de muchos miles de años, por lo menos de
50.000.
CAMBIOS DE LA OSA MAYOR. Estas son las transformaciones en la constelación de la Osa
Mayor en el lapso de 200.000 años.