ARTE - La pintura italiana del siglo XVI
ESCUELAS ROMANAS
El segundo grupo lo forman los retratos que, por sí solos, bastarían para inmortalizar a
cualquier artista; están dotados a la vez de una gran fidelidad y de una gracia y elegancia que
parecen resumir todo el Renacimiento. Así son los retratos de Baltasar Castiglioni, de León X,
de la Fornarina, y del gran Cardenal del Manto Rojo.
El tercer grupo está integrado por las pinturas murales que realizó en el Vaticano. En primer
lugar debe ser señalada la decoración de las estancias, seguramente la obra maestra de Rafael:
cada sala está decorada con diverso tema: La Disputa del Santo Sacramento, La Escuela de
Atenas, El Monte Parnaso, Heliodoro expulsado del Templo y algunos otros. Admíranse en
estas grandes decoraciones, la habilidad del artista para distribuir sus grupos y el equilibrio
que entre ellos se marca, además se encuentran perfectamente de acuerdo con la parte
arquitectónica del monumento. En segundo lugar, debe tenerse presente la decoración de las
loggias, o sean las galerías externas de un ala del Vaticano. Rafael allí, ayudado por sus
discípulos, implanta un nuevo estilo de decoración, inspirado en las pinturas que se habían
descubierto en una gruta romana y que en realidad son decoraciones pertenecientes al cuarto
estilo pompeyano. Estas pinturas, que por el lugar en que fueron descubiertas las que sirvieran
de modelo a Rafael se llamaron grutescas, son las mismas que hoy conocemos con el nombre
de decoración renacentista. Así vemos cómo, a través del tiempo, vuelve a resucitar aquel arte
helenístico que estudiamos en Pompeya.
El cuarto grupo está formado por obras sueltas: la Santa Cecilia, del Museo de Bolonia: la santa,
extática, contempla el cielo, en tanto que otros personajes la rodean; el famoso Desposorio de la
Virgen, de Milán, en que la armonía de la composición y la bella perspectiva del fondo habrán
de influir en muchos imitadores; La Transfiguración, del Museo del Vaticano, con las grandes
dotes de composición y la grandeza que revela la obra que, siendo pequeña, parece pintada
con figuras de tamaño natural.
Rafael representa la gracia en el arte; su pintura, de una perfección técnica extraordinaria, antes
que conmovernos o emocionarnos, nos embelesa. Para este pintor, el arte es la representación
fácil y agradable del mundo, y su obra parece decirnos que los temas del dolor y la tragedia
deben ser relegados a otras disciplinas tenebrosas.