ARTE - La pintura Francesa del siglo XIX
Comienza por un retorno a lo clásico con el estudio del desnudo y de la anatomía. Sus asuntos
se inspiran en la antigüedad o en la historia, pero también continúa la tradición del retrato.
El primer gran pintor del siglo XIX, DAVID, (1748-1825) da la impresión de ser un clásico, por
cuyo motivo su tendencia será llamada "neoclasicismo". Pero no puede evitar la gran frialdad
de su obra. Los discípulos de David, LE GROS y VERNET, preparan la escuela romántica, lo
mismo que otro pintor de menor importancia: PRUDHON (1758-1823).
El Romanticismo es un movimiento más literario que artístico, es la exaltación del yo, de la
personalidad llevada al extremo. Para las artes plásticas se inspira en la antigüedad exótica. La
imaginación domina al cerebro y se busca el carácter antes que la belleza. Dentro del
movimiento romántico hay excepciones de artistas que buscan todavía lo clásico, el más
importante de ellos, y uno de los pintores más grandes que ha habido, es INGRES (1780-1857).
Si algún pintor puede ser calificado como perfecto, éste lo es seguramente; sus dotes de
dibujante, su capacidad para captar la línea exacta, nos dan la impresión de encontrarnos ante
la obra de arte por excelencia, tal como debió haber sido, como si la concepción de ella fuese
más que humana. Sus asuntos son mitológicos, pero lo más precioso que haya producido son
sus retratos.
Dos grandes pintores abarcan la época romántica: GERICAULT y DELACROIX. El
primero
(1791-1824), puede decirse que es el perfecto pintor romántico. Su famoso cuadro La Balsa de la
Medusa, es todo un drama romántico. Delacroix (1798-1863), por una parte, es el pintor de las
grandes escenas dramáticas, por otra, busca el exotismo, las cacerías de
tigres, de leones, de
elefantes. HORACIO VERNET es pintor de caballos y cronista de la epopeya napoleónica.
EUGENIO DELACROIX. "Grecia agonizando en las ruinas de Nlissolonghi", se llama este
cuadro notable de Delacroix, pintor excelso del siglo XIX francés.
Durante el siglo XIX se desarrolla vigorosamente el paisaje francés. El primer nombre es el de
TEODORO ROUSSEAU
(1842-1867) pintor de selvas, enamorado de Fontainebleau, y, más
tarde, JUAN BAUTISTA COROT (1796-1875), artista dotado de una gran personalidad, que
reproduce los paisajes envueltos en una bruma suavísima que los convierte a veces, en lugares
de ensueño. Estos artistas, a quienes, como veremos en el
capítulo siguiente, puede
considerárselos ya como precursores del impresionismo no sólo por su tendencia a pintar al
aire libre sino por sus preocupaciones lumínicas y su tendencia a desterrar los colores oscuros,
constituyen el núcleo de lo que se llama la "Escuela de Barbizón", en cuyo grupo deben citarse
los nombres
de DIAZ DE LA PEÑA (1807-1876), JULES
DUPRE (1811-1889) y DAUBIGNY,
quien sabe atrapar la atmósfera en toda su fluidez. Tres artistas que se dedican a la caricatura,
mejor dicho, al arte que sabe satirizar las costumbres se destacan en esta época. Uno de ellos,
GAVARNI, es el pintor de los tipos mundanos y frívolos, reproducidos con una gracia y un
sentido muy sutil de lo burlesco. El segundo pintor del mismo género, pero de menores vuelos,
se llamaba MONNIER, mas el tercero, debe considerarse como uno de los genios de esta clase:
DAUMIER. Sabe captar este genio, en su arte variado y multiforme, todas las flaquezas, todas
las debilidades humanas de que es capaz este animal sensual y codicioso: el hombre. A la vez
sus recursos plásticos de la forma expresiva, del claroscuro misterioso y del colorido sobrio, lo
colocan en uno de los primeros lugares de la plástica mundial.
CRISPIN Y SCAPIN, DE HONORATO DAUMIER. Dibujante y pintor satírico, de intención
siempre aguda, Daumier fue además un colorista y un pintor realmente extraordinario. Su
sentido de la plasticidad, la atmósfera y la expresión está lleno de sabiduría y de misterio.
(Museo del Louvre, Paris)
Al lado de estos hombres que viven de ensueños macabros, dos artistas se aferran a la realidad
simple y sencilla, como la ofrece realmente la vida que no conoce de complicaciones. El
primero, MILLET (1814-1875), es el pintor del campo, de la cosecha, de la oración de la tarde, y
reproduce en sus telas toda la suavidad, toda la dulzura de las entrañables campiñas de
Francia.
GUSTAVO COURBET (1819-1877) es el jefe del movimiento realista. Es un gran pintor que
abarca en su arte todos los géneros: retrato, paisaje, marinas, escenas de la vida del campo y de
la ciudad.
Dos pintores pueden señalarse entre los que cultivan el género diverso: GUSTAVO MOREAU
(1826-1898), pintor exótico y sensual que gusta de reproducir escenas orientales, cuadros que
parecen ilustraciones de las Mil y una noches. Su arte, de indiscutible valor plástico, se ve
amenguado por un exceso de influencia literaria.
PUVIS DE CHAVANNES (1824-1898), uno de los grandes decoradores muralistas de la Francia
del siglo XIX, gozó de enorme prestigio en su época y hoy se ve casi olvidado. Quizás en su
arte, al parecer ingenuo, se escondía demasiado artificio.
ME1SSONIER (1815-1891) es un pintor variado que gusta de los cuadros militares y, al mismo
tiempo, de las ilustraciones de género.
EUGENIO CARRIERE fue autor de una modalidad pictórica que gozó de gran privanza en su
época. Sus retratos se ven envueltos en una bruma artificiosa que los hace espectros
funambulescos, seres irreales, personajes de las comedias de Ibsen. Su arte es uniforme a tal
grado que raya a veces en la monotonía.