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ARQUEOLOGIA - Las industrias del hombre primitivo
EL PROBLEMA DE LOS EOLITOS
Es natural considerar que el hombre primitivo fue adquiriendo paulatinamente el dominio de
la materia a su alcance. De tal manera que, por fuerza, los más antiguos de sus instrumentos
deben de haber adolecido de una rusticidad tan grande, que sólo leves retoques los
diferenciarán de la piedra bruta. Este modo de pensar, puramente lógico pero apoyado, de
cierta manera, en algunos tipos de hallazgos, ha llevado a diversos autores a considerar tanto
más antiguos los objetos líticos (es decir, de piedra) cuanto más grosera fuese su factura, sin
pensar que tal falta de habilidad tanto podría denotar el comienzo como el final de un proceso
de evolución técnica.
La simplicidad de tales objetos no debería extrañar, si pensáramos que son el resultado de los
torpes esfuerzos manuales de un hombre dotado de un desenvolvimiento cerebral que todavía
no lo aparta sustancialmente de ciertos animales superiores y, por consiguiente, su capacidad
de hacer está forzosamente condicionada por su capacidad de pensar. Por ello muchos de estos
objetos primitivos no podrán diferenciarse mucho de los simples "juegos de la naturaleza", es
decir, de esas piedras que son sólo resultado casual de la acción de las fuerzas naturales. Sólo
el ojo avizor del especialista podrá distinguir los unos de los otros y, por poco que su pasión le
sugestione, aun él podrá equivocarse sobre el particular.
Esto es, justamente, lo que más de una vez ocurrió a Boucher de Perthes, cuya magnífica
colección de sílex estaba sembrada de "juegos de la naturaleza". El mejor conocimiento de las
características de los objetos prehistóricos, que la dilatación de los hallazgos permitió fijar de
una manera más exacta, fue eliminando tales errores, en las colecciones de sus continuadores,
sin lograr, empero, hacerlos desaparecer del todo.
Tal es lo ocurrido en el caso de los famosos eolitos, que fueron presentados en 1907 a la
consideración de sus colegas por el geólogo belga Rutot. Se trataba de guijarros informes, que
presentaban la apariencia de haber recibido ligeros retoques en algunas caras o aristas. Para
Rutot ellos eran antiquísimas muestras de industria humana, en las cuales él creía ver
cuchillos, raspadores o punzones, tan primitivos como parecía
revelar su informe y
desmañado aspecto. Tales objetos, primitivamente presentados a la Sociedad Belga de
Geología, fueron ampliamente discutidos por los prehistoriadores europeos, quienes —en su
mayoría— se negaron a admitir su antigüedad y su carácter de industria humana. Estas
discusiones provocaron ardientes controversias y se prolongaron hasta que el profesor Boule
dio la prueba experimental de que la opinión de Rutot era insostenible. Para ello, hizo arrojar
en los batidores de dos molinos de creta de Guerville, cerca de Nantes y junto al Sena, bloques
de creta que contenían guijarros y sílex sin ningún retoque e hizo poner en marcha la máquina.
Al cabo de varias horas de entrechocamiento de unos con otros, dentro de la masa de
materiales del depósito, se procedió a extraer y cernir todo el conjunto y se obtuvo una serie de
"eolitos", perfectamente similares a los exhibidos por Rutot. Esta prueba fue considerada como
definitiva por todos los arqueólogos —menos, naturalmente, por Rutot mismo—, y el
problema de los eolitos quedó desde entonces definitivamente olvidado.
ALGUNOS DE LOS "EOLITOS" DE RUTOT. Piedras con retoques, halladas en el piso
"bagniense" de Bonoelles (Bélgica).