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ARQUEOLOGIA - La Edad del Bronce en las regiones del Mediterráneo
EN EGIPTO
La península del Sinaí fue uno de los lugares de la tierra de donde se extrajo más antiguamente
cobre. La mayor parte de los arqueólogos están contestes en afirmar tal antigüedad de
explotación. Ello ha permitido establecer para Egipto una etapa cultural de transición entre el
Neolítico y la Edad del Bronce, que ha recibido el nombre de Edad de la Piedra y del Cobre o
período Eneolítico. Los basureros existentes en el Nilo superior muestran ya objetos de cobre
junto a las hachas de piedra pulida y los restos de la más primitiva cerámica egipcia. Las
necrópolis de Nagada y otras aldeas situadas al norte de Tebas corresponden a dicho período.
Más tarde, cuando comienzan a realizarse las aleaciones con estaño, éstas suelen ser pobres.
Generalmente no pasan de un cinco por ciento, en razón de que este mineral es traído desde
muy lejos. Sólo cuando estas comunicaciones y trueques comerciales aumentan se alcanza una
proporción del doce por ciento. Sin embargo, hasta una época relativamente tardía, se continúa
usando el cobre puro.
El testimonio arqueológico, dado especialmente por los ajuares funerarios, encuentra una
ratificación en las representaciones pictóricas murales del imperio egipcio, en los períodos
antiguo y medio. En ellos aparecen las armas y los útiles de cobre y de bronce, representados
convencionalmente con los colores rojo y amarillo. Sólo mucho más tardíamente (en la tumba
de Ramsés III, entre los años 1198 y 1167) cuando dario de Heliópolis y Menfis, hecho
trascendental ocurrido el 19 de julio de 4241 —según Meyer— o de 4236 —según Borchardt—,
permite el comienzo de la cronología egipcia y constituye la fecha más antigua de la historia
humana que se conoce dentro de la cronología histórica. El tercer período comprende la unión
de los dos imperios del Alto y Bajo Egipto en manos del rey Menes y las dos primeras dinastías
Tinitas, o sea, desde el punto de vista arqueológico, la época del
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cobre y la temprana Edad del
Bronce.
CERAMICA DEL EGIPTO PREHISTORICO. De entre sus innúmeras formas elegimos estos
vasos, entre otros muchos, muy antiguos. Según Steindorff.
El cuarto periodo es el del imperio antiguo (dinastías tercera y cuarta). Los hechos más
importantes desde el punto
adviene el imperio nuevo, se observan esas representaciones
pintadas en azul, que es el color convencional que usan para representar el hierro. Estos datos
permiten establecer, pues, que todos los vestigios pertenecientes a los tres imperios, hasta el
año 1200 a. de J. C., pertenecen a la Edad del Bronce.
Meyer y Borchardt han establecido la cronología egipcia tomando por base las "listas de reyes"
del sacerdote egipcio Manethon, que floreció en el siglo XV a. de J. C. y ratificándolas o
modificándolas según los resultados de las investigaciones arqueológicas. Así, y después de un
primer período correspondiente al Paleolítico y al Neolítico puro, han señalado la existencia de
un segundo, destinado a contener los elementos del período Eneolítico, bajo el cual transcurre
el primer imperio (radicado en el Bajo Egipto) y los siguientes dos imperios de los "adoradores
de Horus". La creación del primer calen- de vista arqueológico son el auge de la escultura y la
conquista egipcia de los yacimientos de cobre de la península de Sinaí, previa dominación de
los beduinos que los poseían de antiguo. El quinto período corresponde al final del imperio
antiguo y la transición a la segunda época de florecimiento (dinastías sexta a octava). En los
hallazgos arqueológicos se encuentra un aumento del empleo del estaño, que llega hasta un
nueve por ciento, fundado en las razones de conquista antes mencionadas. El sexto período es
el del imperio medio (dinastías undécima a decimotercera). El florecimiento del Egipto es
evidente, tanto desde el punto de vista de la literatura como del poder político. En materia
arqueológica, las excavaciones de Fayum muestran un gran repertorio de instrumentos de
piedra, cobre y bronce. La mejor cerámica procede de Creta. Las decoraciones en espiral
aparecen por vez primera. No hay aún indicios de la aparición del hierro. El séptimo período
es el de la dominación extranjera, caracterizado históricamente por la invasión de los hicsos
(1675-1580 a. de J. C.). Desde el punto de vista arqueológico no hay más modificaciones que la
destrucción de la cultura por los invasores.
El octavo período es el del imperio nuevo (dinastía decimoséptima a vigésima).
El
recobramiento de los soberanos propios viene acompañado de un nuevo esplendor para
Egipto. La arqueología lo revela. Hay relaciones marcadas con la cultura minoica de Creta, lo
cual puede probarse por los ricos vasos metálicos que se fabricaban en aquella isla y que
aparecen en las tumbas. Los hallazgos de Gurob y de Tell-el-Amarna muestran cómo la
cerámica micénica estaba de moda en Egipto. Los objetos de cobre han alcanzado ya su
máxima proporción de estaño, pero todavía no se conoce el hierro. Es posible que hayan
existido, por esa época, en el Sudán tribus negríticas africanas que trabajaran este nuevo metal,
pero la metalurgia egipcia lo ignora. Desgraciadamente no han podido verificarse todavía
estudios seguros de secuencias de formas instrumentales durante la Edad del Bronce en
Egipto. Esta laguna deberá llenarse, si deseamos obtener de aquellas series de objetos toda la
enseñanza que esperamos.