ARQUEOLOGIA - La Edad del Bronce en las regiones del Mediterráneo
EN CRETA
Alrededor del año 4000 a. de J. C. comienza a florecer en Creta la cultura minoica, que se
extiende hasta el año 1000 a. de J. C., aproximadamente. Lo primero que salta a la vista de esta
gran cultura prehelénica, son sus dos características más salientes: primero, el contraste entre la
pequeñez territorial de esa isla del Mediterráneo oriental y la potencia creadora de la cultura
que en ella tiene nacimiento; segundo, el carácter altamente expansivo de esa cultura; tercero,
su pronunciada tendencia al régimen matriarcal. En efecto, en el período más neto de su
florecimiento, la cultura micénica aparece como creadora de un tipo de vida urbana, dotado de
una riqueza, comodidad y esplendor inusuales en aquellas remotas épocas. Las villas de
Micenas, Tirinto y Orcomenos, de Knosos, por ejemplo, muestran la existencia de palacios,
dotados de grandes pinturas al fresco, de amplios ventanales sobre el mar azul, con una vida
ciudadana animada de fiestas religiosas y deportivas.
Además esta cultura tiene un extraordinario poder de penetración. Pronto rebasa los reducidos
límites de la isla que le sirve de cuna e invade todo el amplio y diverso territorio insular
vecino; las Cícladas, Rodas y otros territorios insulares de este tipo le sirven, respectivamente,
para lograr poner pie en la Grecia continental y en el Asia Menor. Con respecto a Egipto las
relaciones se invierten. Los cretenses primitivos eran tributarios culturales de los egipcios de la
primera dinastía, pero pronto anularán esa influencia y, durante la época del imperio medio
comenzarán a introducir su cerámica a orillas del Nilo, empezando un imperialismo cultural
que se reafirmará, después de las invasiones de los hicsos a Egipto, con la instalación del
imperio nuevo. De esta manera influyen en la formación cultural de las más importantes
civilizaciones del mundo antiguo. Por último, los grandes frescos, así como los vasos pintados
y, de manera incidental, otros hallazgos arqueológicos, revelan que la mujer tenía, en la
sociedad micénico-cretense, una gran influencia, desusada entonces en otras civilizaciones, y
que se denuncia por una preponderancia marcada en ceremonias del culto y en lo que parece
haber sido su juego nacional: las corridas de toros.
El arqueólogo Evans ha establecido la siguiente cronología para esta cultura: un primer
período, constituido por toda la etapa paleolítica y neolítica, que va desde el año 4000 hasta el
3000 a. de J. C., aproximadamente. Un segundo período de la primera época minoica, del 3000
al 2000. Un tercer período de la época minoica media, del 2000 al 1600. Un cuarto período de la
época minoica final, del 1600 al 1250. Un quinto período del estilo geométrico, a partir del 1250.
Desde luego que todas estas valoraciones son meramente aproximativas, ya que se trata de una
estimación en términos arqueológicos y no históricos, es decir, de cronología relativa y no
absoluta.
EL PALACIO DE TIRINTO. Entre los grandes hallazgos arquitectónicos cretenses de una
época anterior a la del florecimiento clásico griego, se destaca este palacio, con sus lugares
sacros, su compleja planta de recepción, su sector para los servidores y sus locales de
almacenamiento de provisiones.
Las investigaciones arqueológicas, realizadas por Evans y otros en las ruinas de
Knosos y
Faistos, han permitido la localización de una serie de estratos culturales, que han determinado
la existencia de la cronología recién reproducida. Veamos ahora su caracterización
arqueológica. El primer período pertenece casi totalmente al Neolítico puro. Su desarrollo
debió de ser importante en Creta, pues sólo en la última de las ciudades nombradas la capa
arqueológica representativa de ese estadio cultural tenía un espesor de 6,50 metros. Los objetos
de piedra estaban comúnmente trabajados en obsidiana. La cerámica se decoraba por bandas
angulares, incisas, que cubrían la parte ventral de los vasos; esas bandas eran luego cubiertas
con pinturas roja o blanca. El resto del vaso permanecía sin pintar. Por encima de esta capa
empiezan a aparecer los objetos que corresponden al estrato cultural minoico primitivo.
En Knosos, Evans halló la posibilidad
de establecer la existencia de tres subperíodos. En el
primero se encuentran vasijas de piedra, de origen egipcio, que vienen a enriquecer las piezas
de la industria lítica local. Son, evidentemente, de las mismas que se utilizaban a orillas del
Nilo durante el reinado de la primera dinastía. La cerámica sigue manteniendo las
características del período anterior. Aparece por primera vez la metalurgia, representada por
puñales cortos de cobre, de forma sencilla. En el segundo subperíodo de la cerámica se
presenta con formas barrocas y con una técnica constructiva mucho mejor. La ornamentación
es lineal y se agrega a las piezas un engobe final que las abrillanta. En el tercer subperíodo
aparece un nuevo tipo de cerámica, con decoración zoomorfa y en espirales, ejecutada en
tonos mates sobre brillante fondo escuro.