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ANTROPOLOGIA - Los primeros hombres
CROMAGNON Y CHANCELADE
No debe creerse que el esqueleto de Chancelade sea el único testimonio de la existencia de la
raza fósil del mismo nombre. En opinión de Hervé deberían vincularse a aquél diversos otros
elementos esqueletarios, que han sido estudiados por ciertos autores como pertenecientes a la
raza de CroMagnon. Así, por ejemplo, los cráneos de LaugerieBasse, y el esqueleto de Sorde y
hasta el cráneo femenino de Placard. Esta última atribución parece menos recomendable que
las anteriores. Otros autores opinan que los esqueletos de Obercassel podrían serle igualmente
atribuidos, pues, pese a su parecido anatómico con el tipo de CroMagnon, su edad
magdalenense, como la del esqueleto de Chancelade, hace pensar en una vinculación al menos
cronológica. En realidad, todas estas tentativas de engrosar el capital esqueletario de
Chancelade a expensas del de CroMagnon nos demuestran que existe una estrecha afinidad
morfológica entre ambos.
EVOLUCION DEL PIE. La figura muestra, de izquierda a derecha en orden creciente de
antigüedad: 1, los huesos del píe de un francés actual; 2, los del hombre de Chancelade; 3, los
de un chimpancé. Puede observarse la posición intermedia del hombre tipo de Chancelade,
con su grueso dedo prensil semioponible.
Contra esas pretensiones se ha alzado Testut, mostrando las diferencias anatómicas que los
separan, especialmente en punto a talla, dimensiones del rostro, forma de las órbitas, etc. En
cambio, Testut ha señalado, clarividentemente, las relaciones que posiblemente hayan existido
entre los cazadores de renos de Chancelade y los esquimales actuales. Ambos grupos humanos
son francamente hypsidolicocéfalos, con cresta sagital saliente, rostro muy ancho y muy alto y
órbitas casi redondeadas, gran cabeza y talla pequeña. Aunque estas ideas no han sido
universalmente aceptadas, constituyen un esquema sugestivo, para explicarnos, por una parte
la desaparición del tipo humano de Chancelade de Europa (en seguimiento de las bandas de
renos que constituían su manjar favorito, al término del período de glaciarización) y, por otra,
la presencia actual, en las cercanías del círculo polar, de un grupo compacto de poblaciones ni
americanas ni asiáticas, que viven del reno como sus más remotos antepasados y algunos de
cuyos elementos de industria —así como su arte— denotan, acaso, tan ancestrales influencias.