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ANTROPOLOGIA - Los primates: monos y hombres
APARICION DE LOS ANTROPOMORFOS
Para hallarnos en presencia de cinomorfos y antropomorfos tenemos que excavar en los
terrenos del mioceno, en donde ambos tipos aparecen casi en el mismo nivel. Es curioso notar,
como lo hace Boule, que los primeros antropoides fósiles —a estar al estado actual de nuestros
conocimientos en la materia— eran más antiguos que los simios con cola. Esta aparente lesión
de los principios generales puede interpretarse más bien como una carencia de datos, en una
disciplina naciente, que como una conclusión definitiva. A este respecto los hallazgos
verificados en el eoceno y oligoceno de Fayoum (Egipto) son especialmente interesantes, por la
presencia de diversos restos de primates que han sido hallados por Schlosser, en 1910. Tales
primates —Parapithecus y Apidium, por ejemplo— eran pequeños en talla. Ello no debe
extrañarnos, puesto que esa pequeñez está de acuerdo con una regla biológica, fácilmente
observable en muchos géneros y especies zoológicos, que van creciendo conforme avance el
tiempo (el desarrollo de los grandes' gliptodontes y saurios terciarios es un magnífico
ejemplo). Otro de los hallazgos de Schlosser, el Propliopithecus, ha sido considerado, aun por
autores tan exigentes como el propio Boule, como un tipo primitivo de antropoide.
En realidad, tales hallazgos aumentan, naturalmente, en importancia y variedad, en terrenos
más jóvenes. Los simios miocenos son conocidos desde 1837, gracias a los hallazgos
verificados por Lartet en Sansan. Este primer simio, bastante semejante a un gibón, y al cual
Lartet bautizó con el nombre de Pliopithecus antiquus, fue seguido, bastantes años después, en
1856, por otro hallazgo del mismo autor, quien, en un lugarejo muy próximo al anterior,
encontró una mandíbula que le permitió fundamentar la existencia del Dryopithecus. Como
este ser fue proclamado —tanto por Lartet como por Gaudry, quienes a la sazón eran de los
más altos valores científicos franceses— el simio más semejante al hombre, tal hallazgo causó
una viva impresión en las sociedades de estudios europeas. Sin embargo —y ello podría
constituir una buena lección de humildad para ciertos autores que todo lo presentan a grande
orquesta—, el propio Gaudry tuvo oportunidad, en 1890, de describir una nueva mandíbula
más completa y en mejores condiciones de conservación que la que había sido
precedentemente estudiada y ese hallazgo le permitió establecer, por el contrario, la indudable
inferioridad que se observa en el Dryopithecus con respecto a los grandes antropomorfos
actuales.
El propio Schlosser, Abel y Gaudry han estudiado nuevos restos de diferentes simios
encontrados, respectivamente, en Suabia, Hungría y Grecia. Estos últimos restos son, en
mucho, los más numerosos, pues se ha podido reunir casi los de veinticinco individuos
incompletos, con los cuales se ha reconstituido el primer esqueleto completo conocido de un
mono fósil. Para gran satisfacción de los evolucionistas, ésta es una forma de transición: es un
macaco por sus miembros y un semnopiteco por sus dientes.
Pero es en la India septentrional, en la región del Himalaya, donde se han encontrado los
simios más variados e interesantes del mioceno medio y del plioceno superior. Lydekker y
Pilgrim los han estudiado. El Dryopithecus aparece allí representado por tres especies. una de
las cuales es gigante. Este grupo de hallazgos es sumamente importante porque muestra que el
género Dryopithecus tiene un área de expansión singularmente extendida y, a pesar de sus
múltiples variantes —que representan condiciones de adaptabilidad sobresalientes— no ha
llegado a superar las nuevas y cambiantes condiciones del medio ambiente y, a una cierta
altura de su evolución, se ha extinguido. Con todo, es posible que el chimpancé y los gorilas
actuales no sean otra cosa que descendientes remotos del Dryopithecus, que vendría a
conectarse con ellos como una Forma ancestral y sintética. Esta característica de síntesis de
formas simiescas actuales reduplica su importancia, ya por ello excepcional. Se advierte que,
en opinión de Gregory y Sera, algunas de las características de la dentición de este ser se
relacionan con la humana. Tal hecho daría una esperada fuerza a las viejas teorías que al
respecto emitían, a mediados del siglo pasado. Lartet y Gaudry.
El último descubrimiento importante de Pilgrim es el del Sivapithecus. sólo conocido por
dientes aislados y fragmentos de mandíbulas: con tan escasos materiales ha intentado Pilgrim
la restauración de la mandíbula inferior. Los resultados han sido sorprendentes. Como Boule
lo dice, con palabras que traducen adecuadamente su asombro: "La forma general de ella se
acercaría mucho más a la disposición humana que cualquiera otra mandíbula de simio
antropoide, vivo o fósil". Valido de esta impresionante similitud, Pilgrim ha sostenido
rotundamente que el Sivapithecus es el antecesor directo de los hominidios, lo cual conferiría a
tan menudos restos un valor realmente excepcional. Tal opinión, sin embargo, no ha sido
aceptada por su colaborador en las investigaciones en la India. anteriormente recordadas. En
efecto, Lydekker postula que el nuevo género Sivapithecus no existe y supone que los
fragmentos encontrarlos por Pilgrim corresponden a la dentición inferior del Pnlaeopithecus,
del cual sólo se conocía la dentición superior.
A su vez, Boule, con la prudencia del paleontólogo experimentado, propone esperar que
nuevos elementos osteológiros arrojen más clara luz sobre el particular, recordando que las
partes del esqueleto que actualmente son conocidas del supuesto Sivapithecus son tan
extremadamente fragmentarias y tan similares en los simios y en los hominidios, que no
pueden constituir, en la actualidad, prueba suficiente. Sólo la presencia de restos
pertenecientes a regiones en que la diferenciación sea más neta podrá decidir la cuestión.
Gregory —con otros fundamentos— discute también la tesis de Pilgrim y, habiendo
restaurado, a su manera, la mandíbula fósil, la encuentra más próxima a la de una hembra de
orangután que a la más primitiva de las mandíbulas humanas posibles. Como se ve, la
discusión del Sivapithecus está lejos de encontrarse concluida.
EL MESOPITHECUS. Esqueleto de este simio fósil, hallado en el mioceno superior de Pikerrn
(Grecia).