ANATOMIA Y FISIOLOGIA - La sangre
PROPIEDADES FISICAS Y QUIMICAS. SU CONSTANCIA
Las propiedades físicas y la composición química de la sangre, oscilan en las personas
normales dentro de límites tan estrechos, que pueden considerarse prácticamente fijas. Esto es
tanto más notable cuanto que continuamente todas las células del organismo, al tomarle y
verterle materiales, y también el contacto con el medio externo (a través de los pulmones por
ejemplo), le introducen cambios continuos. Se dice por esto que la sangre se halla en
"equilibrio dinámico", comparable al aspecto del agua de un río, que, aunque siempre es la
misma en apariencia, se renueva en realidad a cada momento. Es evidente que la constancia de
las propiedades, a pesar de las permanentes causas de perturbación, sólo puede ser alcanzada
por la intervención de perfeccionados sistemas reguladores, de los cuales algunos se conocen
muy bien en la actualidad.
Entre las propiedades físicas mencionaremos solamente el color y la cantidad, ambos
medibles, y cuyo conocimiento tiene importante significación en medicina. El color de la
sangre arterial es rojo escarlata, y debido, como se verá luego, a la presencia de
oxihemoglobina; el de la sangre venosa es azul violáceo, y se debe a la hemoglobina sin
oxígeno. El color es obra de los glóbulos rojos que contienen la hemoglobina, como se ve al
dejar sedimentar la sangre en un tubo: el fondo, con glóbulos depositados, es rojo, y el plasma,
o parte líquida que sobrenada, es amarillento, o lechoso si el sujeto ha comido grasas. La
medición del color se hace por comparación con soluciones de concentración conocida, por
medio de aparatos llamados hemoglobinómetros, que son de uso corriente en la clínica y que
permiten apreciar rápidamente la normalidad o el grado de anemia de una sangre.
La cantidad de sangre que poseen todos los vertebrados, y entre ellos el hombre, es
aproximadamente el 8% del peso del cuerpo. Las mediciones se han hecho por métodos
directos, que consisten en sangrar el animal y lavar luego sus vasos para arrastrar la sangre
que de lo contrario queda retenida, o por métodos indirectos, que consisten en inyectar en las
venas una cantidad conocida de una sustancia colorante, examinar el grado de disolución que
sufre en la sangre y, por cálculo, deducir el volumen total de ésta. Ambos procedimientos se
han utilizado en el hombre, el directo por Bischoff en 1855, en dos ajusticiados, y el de los
colorantes es usado corrientemente por personal adiestrado. Con su ayuda se obtienen en
individuos normales los datos que figuran en el cuadro. El hombre tiene un poco más de
sangre que la mujer.
Volumen aproximado de sangre, plasma y glóbulos en un sujeto normal de 70 kg.
Sangre 5,6 litros (100%)
Plasma 3,0 litros (53%)
Glóbulos 2,6 litros (47%)
La pérdida brusca de sangre por hemorragia suele ser bien tolerada si no alcanza al 1% del
peso del cuerpo. Es el caso de los dadores de sangre para transfusión, a quienes se les extrae
entre 400 y 600 cm3, y por lo general sin accidente alguno. Las extracciones superiores al 1%
son tanto más peligrosas cuanto mayor es la cantidad, y por encima del 5% del peso del
cuerpo, suelen ser mortales. La razón inicial por la cual se producen los trastornos en la
hemorragia, es la disminución del volumen sanguíneo y el impedimento inmediato de cumplir
la sangre con sus funciones, en especial la respiratoria, lo que deja a las células sin el oxígeno
vital para sus necesidades.
La composición química de la sangre es bien conocida. El 90% es agua y el resto materia
sólida, formada principalmente por glucosa, grasas, proteínas y sales diversas. Cada sustancia
tiene un
tenor fijo y presenta una particular distribución en el plasma o los glóbulos. La
glucosa se reparte casi por igual entre los glóbulos y el plasma; las grasas sólo se hallan en este
último; las sales se hallan en ambos, pero con particularidades para cada uno; así, predomina
en el plasma el cloro, el sodio, el calcio, y en el glóbulo, el hierro y el potasio. En cuanto a las
proteínas (sustancias propias de todos los seres vivos, compuestas por carbono, hidrógeno,
oxígeno, nitrógeno y en ocasiones por algún otro elemento), la hemoglobina o sustancia
respiratoria se encuentra únicamente en el glóbulo, y las restantes en el plasma, a saber, el
fibrindgeno (factor esencial de la coagulación), las globulinas (que contienen las sustancias
protectoras contra la infección) y las albúminas (que contribuyen a mantener el volumen
sanguíneo porque atraen agua). Además de presentar estas propiedades, las proteínas son
importantes elementos utilizados por los tejidos para su nutrición.
El conocimiento de la composición química de la sangre es fundamental para el diagnóstico y
tratamiento de muchas enfermedades. En la diabetes, por ejemplo, aumenta la cantidad de
glucosa (hiperglucemia) y con el tratamiento vuelve al nivel normal. La peligrosidad de las
grandes hemorragias se debe en gran parte a la pérdida de las proteínas del plasma, y su
restitución, inyectando en las venas sangre total o simplemente las mismas proteínas, mejora
notablemente a esos enfermos.