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ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Circulación de la sangre
PRESION DE LA SANGRE EN LAS ARTERIAS
La descarga de sangre por el corazón y la resistencia opuesta por el pequeño calibre de las
arteriolas al flujo de sangre, dan origen a una elevada presión en el sistema arterial. Es fácil
apreciar aproximadamente la magnitud de dicha presión si cortamos una arteria: la sangre
escapa de su interior con fuerza, en forma de chorro.
El primero que midió la presión arterial fue el pastor inglés reverendo Stephen Hales. Conectó
con la arteria carótida de una yegua un tubo de vidrio de 3 metros, colocado verticalmente, y
observó que la sangre subió por el tubo hasta una altura de unos 2,70 m. Al llegar a esa altura
la columna de sangre subía un poco con cada sístole y volvía a bajar durante la diástole. El
máximo de presión alcanzado con cada sístole se denomina presión sistólica, y el mínimo,
durante la diástole, presión diastólica. La diferencia entre ambos valores es la llamada presión
del pulso o presión diferencial.
En el experimento de Hales la presión arterial equivalía al peso de una columna de sangre de
2,70 m de altura, lo que podemos expresar diciendo que la presión era de 2,70 m. de sangre.
Poiseuille, para evitar el uso de tubos tan largos, empleó un manómetro de mercurio y expresó
la presión arterial con la altura de la columna de mercurio (13,6 veces más pesado que el agua
o la sangre) que dicha presión soporta. El manómetro de mercurio consiste en un tubo en
forma de U, de ramas largas y con una cierta cantidad de mercurio en su interior.
Manómetro de mercurio y registro de la presión arterial.
Se conecta una de las ramas del tubo en U, previamente llenada con algún líquido que impida
la coagulación de la sangre, con el interior de la arteria cuya presión se quiere explorar. La
sangre contenida en la arteria ejercerá presión sobre el mercurio y lo empujará, haciendo subir
el nivel del mercurio de la otra rama del manómetro. Se pueden registrar los movimientos del
nivel superior del mercurio si colocamos sobre él un flotador que los transmita a una palanca
inscriptora.
En la actualidad existen métodos que permiten medir y registrar la presión intraarterial con
mucha mayor precisión. Estos métodos de medición directa pueden aplicarse al hombre, para
lo cual basta introducir en alguna arteria periférica una aguja fina unida por su otro extremo
con un manómetro registrador.
Para los fines de la exploración clínica se emplean métodos indirectos que no exigen la
punción arterial, y que consisten simplemente en medir la presión necesaria para interrumpir
el paso de sangre por una arteria. Se aplica esta presión inflando un manguito de goma
colocado en la mitad de uno de los brazos, y se mide la presión desarrollada en un manómetro
bien calibrado.
Medición de la presión arterial en el hombre.
Se da al manguito una presión mayor a la máxima que se supone debe existir en la arteria, y
mediante un estetoscopio se ausculta la arteria humeral en el pliegue del codo, por debajo de
la zona comprimida. Mientras la presión en el manguito es superior a la máxima reinante en la
arteria no se percibe ruido alguno, pues la arteria está aplastada y no deja pasar sangre. Se
comienza a desinflar el manguito lentamente, y entonces llega un momento en que, durante la
sístole, habrá una presión máxima, pasará cierta cantidad de sangre venciendo la resistencia
del manguito y se percibirá entonces, con cada latido, una débil pulsación si se palpa la arteria
radial, y un ruido débil, pero neto, si se ausculta la arteria humeral. La cifra que se lee entonces
en el manómetro corresponde a la presión máxima o sistólica, que normalmente es en el
hombre de unos 120 milímetros de mercurio. Luego, se continúa desinflando el manguito y se
observa que los ruidos se intensifican hasta que bruscamente disminuyen de intensidad. La
presión marcada en el manómetro en ese momento de disminución brusca de la intensidad
corresponde a la presión mínima o diastólica, que normalmente es cercana a los 80 milímetros
de mercurio.
Las cifras de 120 y 80 para las presiones sistólica y diastólica, no son más que términos medios
de innumerables determinaciones hechas en sujetos sanos. Existen dentro de un estado de
perfecta salud, amplias variaciones individuales.