INYECCIONES HIPODÉRMICAS
ASEPSIA EN LAS INYECCIONES HIPODÉRMICAS
No basta, paca las inyecciones hipodérmicas, con tener un buen instrumento y una preparación irreprochable. Preciso es además —y esto constituye un punto importante— que el operador se atenga rigurosamente a las reglas de asepsia.
El operador debe hallarse provisto siempre de algodón esterilizado, éter sulfúrico sublimado al milésimo. En el momento de operar debe frotar la piel con una muñequilla empapada en éter y en seguida con otra muñequilla empapada en solución de sublimado y luego, sin secar, proceder a la introducción de la aguja en el tejido muscular. Cuanto más profundamente se hace la picadura menos duele. La picadura se recubre después con un poco de algodón hidrófilo seco o impregnado en una solución de sublimado. Casi siempre basta con la fricción de éter.
Entre los numerosos sistemas de jeringas hipodérmicas esterilizadas es uno de los más prácticos o acaso el más práctico de todos, el sistema de Eugenio Fournier. Las jeringas de este sistema son de solidez y precisión absolutas y se esterilizan con la mayor facilidad. El cuerpo de la jeringa, está graduado a mano; los émbolos, que son de caucho especial, pueden esterilizarse en el autoclave sin la menor alteración y todas sus piezas son intercambiables.
Para esterilizar esta jeringa en agua hirviendo se la coloca, enteramente armada y pronta a funcionar, en una vasija cualquiera caso, de no disponer de los accesorios que acompañan a la jeringa, con suficiente cantidad de agua fría, la cual se va calentando y se mantiene en ebullición durante 10 o 15 minutos. Esterilízase al mismo tiempo un cazo, una medida graduada o cualquier otro recipiente donde se pondrán las soluciones esterilizadas.
Déjase enfriar el agua para sacar de ella la jeringa; se regula el émbolo empujando el botón con el dedo y asegurándose de que la frotación del caucho en el cristal es bastante para impedir que pase el agua sobre el émbolo. Si la frotación no es bastante se atornilla la tuerca hasta obtener el frotamiento suave necesario. Se sujeta la tuerca por medio del botón. Expúlsase rápidamente el agua de esterilización y se aspira directamente el liquido puesto en recipiente esterilizado, para lo cual se introducen en el liquido la punta de la jeringa, o bien la aguja armada. Adáptase ésta de igual modo que se quitó, es decir por un movimiento de atornillar o destornillar.
Si el líquido se toma directamente de un frasco, se someten antes a la llama de alcohol los bordes del cuello del frasco, o mejor se pasa sobre estos bordes una muñequilla impregnada de éter o de solución de sublimado. Cada jeringa va acompañada de una limita para limar las puntas de las ampollas, conforme a las indicaciones de la Noticia.
Es muy importante que después de cada operación se limpie la jeringa con agua de la que ha servido para la esterilización. Para esto se aflojan dos o tres vueltas de la tuerca de cierre, de modo que se quite el contacto entre el caucho del émbolo y el cristal. Destornillase primeramente el botón y luego la tuerca de cierre.
Si la jeringa no tiene que servir durante algún tiempo se desmonta el embolo poniéndolo junto con los otros de repuesto y se guardan las demás piezas.
Las agujas de acero están más templadas que las de platino iridiado y su picadura es menos dolorosa. Presérvaselas de oxidación echando un poco da bórax en el agua de esterilización. Quitase la humedad y pásase una ligera capa de vaselina. Si por descuido no se hubiere quitado el émbolo y al cabo de algún tiempo se le hallase adherido al cristal, bastará repetir la esterilización en agua hirviendo.