FRACTURAS
FRACTURA DEL CUELLO DEL FÉMUR
Esta fractura es producida por la caída sobre la nalga, la planta del pie o la rodilla. Se conoce por los dolores en el anca, falta de movimientos, imposibilidad de andar, el miembro acortado, el pie y la rodilla vueltos hacia afuera.
Tratamiento.
La reducción se verifica haciendo sostener la pelvis por una persona y haciendo practicar la extensión sobre el pie por otra persona. Para dar buena dirección al miembro, se dirige el pie de fuera hacia dentro, imprimiéndole el movimiento de rotación en este sentido. Hecha la reducción, colócase el muslo y la pierna sobre un doble plano inclinado, formado por dos tablas articuladas.
El miembro descansa en media flexión sobre estas tablas guarnecidas de toallas.
Sujétase el pie a una plantilla unida al aparato, y para ejercer sobre la pelvis la contra-extensión continua, se pasa por debajo de la ingle del lado de la fractura una sábana doblada cuyas puntas se aseguran a la cabecera de la cama. Esta debe ser dura y bien horizontal, con un travesaño poco grueso, a fin de que el peso del cuerpo no empuje el fragmento superior. El ápice del plano inclinado está debajo de la rodilla, hallándose el muslo sostenido contra uno de los planos con una faja, la pierna sobre el otro plano asegurada con otra faja, el pie sólidamente atado aisladamente y apoyado sobre la plantilla de madera.
El enfermo debe pasar dos meses con el aparato y en la cama, y solo al tercero podrá dar algunos pasos con muletas.
A pesar de todos los cuidados, raras veces la unión se hace al tope, por lo cual los enfermos quedan con el muslo más corto y alguna claudicación.
El tratamiento más simple, y que da los mejores resultados, consiste, después de hecha la reducción, en colocar el miembro en una canal y en dejarle en la más completa inmovilidad. Mejor es aun emplear el aparato de Bonnet, que abraza no solo el miembro fracturado, sino también el cuerpo del doliente.