FORMAS MEDICINALES
VINOS MEDICINALES
Se da este nombre a los vinos que contienen en disolución una o más sustancias medicamentosas.
Los vinos empleados en estas preparaciones son de naturaleza muy variable: débense escoger siempre puros y generosos. Los vinos medicinales se deben preparar por maceración en frío y en vasos bien tapados. Después de un contacto prolongado por más o menos tiempo, conforme a la densidad de las materias, cuélanse con expresión y fíltranse; guárdanse después en botellas bien tapadas y en lugar fresco. A causa de la facilidad con que se alteran, los vinos medicinales deben prepararse en cortas cantidades, y ser renovados a menudo.
Los vinos que se emplean para la preparación de estos medicamentos, son de tres clases principales: vinos tintos, vinos blancos y vinos generosos. Llámanse vinos generosos los que contienen más de 11 por 100 de alcohol.
El agua y el alcohol son sus dos principales agentes de disolución. La primera les da la propiedad de disolver las materias salinas, gomosas y extractivas; el segundo, las partes oleosas y resinosas de las sustancias. En el vino calibeado, el vino por sus ácidos disuelve el hierro, con el cual dichos ácidos forman sales.
En la preparación de cualquier vino medicinal, el farmacéutico debe proceder a la .elección del vino, guiado por .la naturaleza de las sustancias que tiene que disolver. Escogerá vinos generosos para las sustancias que poseen muchos principios alterables; se servirá del vino tinto cuando trate de disolver principios tónicos astringentes, porque las mismas propiedades del vino estarán en relación con las de las materias medicamentosas. Por igual razón, deberá escoger el vino blanco ligero para los vinos diuréticos.
Las sustancias que entran en la composición de los vinos medicinales deben ser secas, excepto cuando dichas sustancias, las plantas antiescorbúticas, por ejemplo, pueden perder sus propiedades por la desecación; en este caso, añádase un poco de alcohol al vino. Además de esto, deben estar convenientemente divididas.