FORMAS MEDICINALES
PROCEDIMIENTO PARA LA OBTENCIÓN DE EXTRACTOS
Procedimiento de lixiviación o de reemplazo. Consiste en hacer pasar un líquido cualquiera (agua, vino, alcohol, éter), frío o caliente, por una sustancia que contenga principios solubles en el líquido empleado. Para someter a la lixiviación alguna sustancia, preciso es reducirla a polvo grueso, ponerla en un vaso que tenga un orificio en la parte inferior; un tubo sencillo introducido en una botella constituye un aparato de reemplazo o lixiviación, échase entonces el líquido en la superficie, y a medida que penetra y escurre, se sustituye por nueva cantidad. Tal es la manipulación, generalmente hablando, pero en la operación existen particularidades que vamos a exponer.
Opérase con líquido caliente, cuando ninguna consideración se oponga a ello. Cuando se opera con éter, es necesario servirse de aparatos cerrados. Los polvos no deben ser ni muy finos ni muy gruesos; sin embargo, el grado de tenuidad varía según la sustancia. Los polvos deben ser introducidos poco a poco en el aparato, y comprimidos en la misma proporción; la compresión varia según la sustancia, y sólo la práctica puede servir de guía respecto de esto. Cúbrense los polvos con un diafragma de muchos agujeros, a fin de que el líquido no ahonde la superficie. Dicho diafragma es de estaño, papel, tela de hilo o de lana. etc. El líquido debe ser echado de modo que forme una capa no interrumpida en la superficie; y si pasa muy aprisa, o si no pasa, es prueba de que hay un defecto que debe remediarse. A veces sucede que la sustancia, introducida seca en el aparato, se hincha de tal manera que impide el reemplazamiento por la adición del líquido: en este caso conviene humedecer los polvos antes de introducirlos en el aparato. En algunas sustancias bueno es dejar la primera dosis del líquido en contacto antes de hacer escurrir. Después de obtenida la solución medicamentosa se la debe evaporar.
Generalmente los extractos se evaporan a baño de maría. Los extractos bien preparados jamás son negros; tienen únicamente un color rojo más o menos oscuro; deben conservar un sabor notable de las materias que hubieren servido para su preparación, y sobre todo no tener el gusto de quemado. Los que se obtienen por medio del agua, con tal que no se haya recurrido a la decocción, son casi completamente solubles en dicho líquido; aquellos que provienen de los zumos de hojas, no depurados, deben tener color verde y conservar el olor de la planta.
Los extractos se alteran a veces con gran presteza; muchos atraen la humedad del aire; deben ser guardados en vasos de vidrio o de porcelana que puedan cerrarse herméticamente. Extractos hay que no se pueden conservar, no obstante las mayores precauciones que al electo se empleen.