FIEBRES
COMPLICACIONES DE LA INFLUENZA
Son numerosas y tanto más temibles cuanto el individuo estuviere más debilitado por causas anteriores.
La edad y la salud anterior del enfermo ejercen gran influencia. En los ancianos, la bronco-neumonía es la complicación más peligrosa y más frecuente.
¿Cómo se ejércela acción del microbio, causa de la influenza? ¿Es él mismo, obrando directamente sobre los pulmones y los bronquios, o son sus productos los que intoxican?
La respuesta, hoy por hoy, es difícil de dar. En todo caso, desde los primeros momentos de la invasión de la influenza, hay que prever esta complicación y dirigir inmediatamente contra ella el tratamiento clásico: el alcohol, la quina, el champagne, la infusión de tilo caliente, las hojas de eucalipto y la aeroterapia antiséptica en cualquiera de sus formas.
Otra grave complicación es la neumonía infecciosa. Puede sobrevenir en todos los individuos cualesquiera que sean su edad y sus condiciones de salud. No puede prevenirse sino por serias precauciones tomadas desde el principio de la influenza: reposo en la cama o en la habitación, alimentación tónica, alcohol a dosis moderadas, fricciones en la espalda y en el pecho. Una vez declarada, esta neumonía evoluciona y marcha casi fatalmente a la muerte. Todos los medios terapéuticos fracasan contra ella; hay que intentar, sin embargo, la ventosa escarificada, la quinina a altas dosis, los puntos de fuego al exterior, los purgantes drásticos, los diuréticos para la eliminación del agente séptico y dar al enfermo tiempo de curar; porque en estos casos ganar tiempo es vivir y curar.
En las señoras, es de temer la peritonitis; hay que luchar contra ella con purgas ligeras y fricciones calientes en el vientre y los riñones.
En los niños, además de la bronquitis capilar que puede evitarse por las precauciones ordinarias contra el frío, hay que vigilar la acción cerebroespinal que engendra la meningitis y las manifestaciones convulsivas.
Debe consultarse al médico que es quien solo puede juzgar de la constitución y de las disposiciones de su enfermo. A él solo corresponde dar un prudente consejo y un útil tratamiento especial para cada individuo.