ENFERMEDADES DEL SISTEMA RESPIRATORIO
ASFIXIA POR SUMERSIÓN
Es el tipo de asfixia que ocurre en el caso de los ahogados.
El ahogado debe ser transportado inmediatamente a un local en donde se le puedan prestar fácilmente los socorros que exige. La primera precaución consiste en desnudarle, secarle el cuerpo, colocarle en posición horizontal, con la cabeza descubierta más alta que el pecho, y el pecho más alto que las piernas, y por un instante de lado, con el fin de facilitar la salida de los líquidos que tuviera en la boca o en la tráquea.
La cama debe estar en el centro del cuarto para mayor facilidad del servicio de las personas que prestan los socorros. Preciso es emplear poco tiempo en desnudar al paciente, y al efecto córtense o rásguense sus vestidos.
Después de haberle enjugado se le envuelve en una manta de lana.
Después se debe tratar de restablecer la respiración, haciendo contraerse el pecho artificialmente. Hé aquí cómo se procede: Acuéstese al paciente boca arriba, los hombros levantados y sostenidos por una ropa doblada, y con los pies apoyados. Levántensele los brazos por ambos lados de la cabeza, sujetándolos en alto suavemente, pero con seguridad, por espacio de dos segundos. Este movimiento, elevando las costillas, ensancha la capacidad del pecho y produre un vacío que es inmediatamente ocupado por el aire exterior. Bájense después los brazos, comprímanse moderadamente, pero con solidez, por otros dos segundos, contra los lados del pecho. Este movimiento, comprimiendo las costillas, disminuye la capacidad del pecho y produce una expiración forzada. Estos dos movimientos se reproducirán alternativa y constantemente 10 veces por minuto. Empléense también las tracciones rítmicas de la lengua.
Al mismo tiempo que se emplean estos medios, otras personas hacen fricciones por todo el cuerpo, principalmente en la región precordial, con cepillo, bayeta caliente, o empanada en agua de Colonia o aguardiente. Acérquese a las narices del ahogado un frasco con vinagre o álcali volátil, introdúzcasele rapé por las ventanas de la nariz, sal en la boca, y adminístrese una lavativa con sal de cocina (2 cucharadas de sal para un vaso de agua), o con mezcla de agua y de vinagre (una cucharada de vinagre para un vaso de agua). Aplíquense sinapismos en las piernas, háganse aspersiones sobre el rostro con agua avinagrada.
Estos socorros deben continuarse por espacio de dos a tres horas. Cuando el paciente principia a dar señales de vida, adminístrensele algunas cucharadas de cualquier vino generoso, como el de Málaga. Midera, etc., o de alguna otra bebida estimulante, por ejemplo, té o infusión de hojas de naranjo.
El empleo de cualquier líquido antes de que pudiera ser tragado seria funesto, pues en lugar de dirigirse al estómago, podría penetrar en las vías respiratorias. Si todos estos medios no produjeran efectos, se recurrirá al galvanismo. Al objeto se introduce un polo de la pila en la boca y otro en el recto.
Volvemos a decir que no se puede tener la pretensión de reanimar en algunos minutos la vida del asfixiado: muchas horas de cuidados son por lo común necesarias, razón por la cual no debe de abandonado el paciente sino cuando cesa el calor del cuerpo y la rigidez cadavérica viene a manifestarse.