ENFERMEDADES DE LA PIEL
VACUNA VERDADERA O PRESERVATIVA
Erupción de uno o más granos producida por la introducción de la linfa vaccínica.
En los primeros días obsérvanse apenas los caracteres inseparables de cualquier picadura.
Al fin del tercer o cuarto día conócese al tacto alguna dureza, y se manifiesta una pequeña elevación encimada.
En el quinto día esta elevación se transforma en pústula, y toma la forma umbilical.
El día sexto la pústula se rodea de un círculo rojo, y el centro se deprime más.
El día sétimo la pústula se ensancha, se aplana, y toma un color blanco azulado.
El octavo la materia que encierra se oscurece, el círculo rojo muy estrecho, que hasta entonces la rodeaba, pierde el color; la inflamación se propaga al tejido celular subcutáneo.
El noveno día aparece una hermosa aureola, y la pústula se llena más y más de materia.
El décimo día la pústula se ensancha, la piel se entumece, y en la pústula se distingue con un lente gran número de vesículas llenas de un fluido transparente. Entonces es cuando el vacunado siente un calor mordicante, peso, viva comezón en el sitio, y un movimiento febril.
El undécimo día, la pústula vaccínica, que pasa de 2 a 5 milímetros el nivel de la piel, se parece a una lenteja, de 3 a 11 milímetros de diámetro, de color de perla, dura al tacto, y presentando la resistencia de un cuerpo íntimamente unido a la piel.
El duodécimo día principia el período de la seca, la depresión central toma la apariencia de una costra; el humor contenido en la pústula, hasta entonces transparente, se enturbia y toma un color opalino, la aureola se descolora, la hinchazón disminuye, la epidermis se escama.
En el décimo tercero día la seca se efectúa en el centro; la pústula, hasta entonces celulosa, no forma sino una sola cavidad; abriéndose se vacía totalmente y da una materia amarillenta, turbia y puriforme. La aureola se pone algo purpurina.
En el décimo cuarto día la costra tiene dureza córnea y un color rojizo; el círculo se hace más pequeño. La costra adquiere después un color cada vez más oscuro, y abulta más; cae del décimo octavo al vigésimo octavo día, dejando una cicatriz profunda.