DIAGNÓSTICO DE ENFERMEDADES
TEMPERATURAS ALTAS
El grado termométrico más alto que hasta ahora se ha visto, con la conservación de la vida, ha sido el de 42°, en un caso de fiebre tifoidea en un enfermo que se curó (Dr. Alvarenga).
El pronóstico se agrava en razón directa de la elevación de los guarismos y de su duración.
Si el calor se sostiene entre los 40° y 41° con remisiones matinales muy débiles, 1 décimo de grado, la muerte llega desgraciadamente al cabo de algunos días; con grandes remisiones por la mañana, 6 a 8 decimos de grado, el pronóstico es favorable.
Las observaciones del Dr. Alvarenga demuestran que hasta 39,5° la temperatura no expresa por sí sola gravedad en la afección; que arriba de este grado, sobre todo pasado el 41 y muy particularmente cuando esta elevación es duradera, el pronóstico es grave.
Una temperatura elevada, pero pasajera, comporta menos gravedad que otra más baja pero persistente. La fiebre continua que recorre sus períodos con la temperatura máxima de 40° a 41° grados, puede ser mirada como una enfermedad que se curará.
Las temperaturas altas constituyen por sí mismas un gran peligro, y pueden causar la muerte. Las fiebres graves, acompañadas de temperatura elevada, reclaman, pues, la medicación antipirética; dieta, el sulfato de quinina, digital, veratrina, medicamentos que hacen descender la temperatura.
Cuando la temperatura es normal 37° a 37,5°, o ligeramente elevada, puede generalmente afirmarse que la enfermedad no traerá malas consecuencias. Por el contrario, cuando se observan dos o tres grados de elevación en la temperatura, tal estado anuncia seguramente el principio de una grave enfermedad.