ANTISEPSIA, ASEPSIA E HIGIENE
DESINFECTANTES
La desinfección de las ropas y habitación del enfermo, como también la de los vómitos y excrementos, es absolutamente necesaria en los casos de afecciones contagiosas.
A la mayor parte de las sustancias que se emplean como desinfectantes les falta mucho para tener toda la eficiencia que se les atribuye, como por ejemplo el Fenol, Timol, Alcanfor y Vinagres. Obran principalmente disimulando el olor fétido, porque poseen ellas mismas uno muy fuerte, pero no destruyen los miasmas, y su empleo, especialmente en tiempo de epidemia, es del todo insuficiente.
Sólo son útiles como antisépticos débiles, para el aseo del enfermo y de las personas que le asisten, y es ésta la sola razón porque el médico recomendará su empleo.
Los verdaderos desinfectantes son fijos o volátiles. Es más persistente la acción de los primeros, pero no obran sino por contacto directo, empleándose bajo forma de solución acuosa o hidroalcohólica. Se reservan los desinfectantes gaseosos (gases o vapores) para las habitaciones, vestidos, objetos pertenecientes a la cama y otros, que se deteriorarían por inmersión en un líquido.