ANTISEPSIA, ASEPSIA E HIGIENE
DESINFECTANTES GASEOSOS
Los constituyen gases o vapores irrespirables que sólo sirven para desinfectar la habitación en que vivió el enfermo. Se extenderán en esta pieza la ropa, los vestidos, los objetos pertenecientes a la cama, etc. Se cerrarán las aberturas del cuarto lo más completamente que se pueda.
Ácido sulfuroso.
Se obtiene ya por combustión del azufre, ya por la del sulfuro de carbono en un tostador especial, o más fácilmente, echando ácido sulfuroso licuado. También se pueden usar las velas sulfurosas (30 gramos por metro cúbico).
Ácido hipoazoico. Vapores nitrosos.
Se saca primero de la pieza de que se trata cualquier objeto metálico (hierro, cobre, etc.), y se cubren con papel untado con mucha grasa los que no se pueden quitar (herraje de puertas, ventanas, marcos, etc.), y después de tapar las aberturas, se colocan en uno o dos cuencos de gres: desperdicios que se desprenden del cobre al tornearlo, 100 gramos; ácido nítrico, 500 gramos y agua, 700 gramos. Esta mezcla despide torrentes de vapores nitrosos. Al cabo de 24 horas se destapan las aberturas, y después de la aeración, se puede entrar en la pieza.
En tiempo de epidemia, se pueden desinfectar los retretes y urinarios del modo siguiente:
En un vaso de vidrio o un cuenco pequeño de gres, se ponen: desperdicios que se desprenden del cobre al tornearlo, 20 gramos; ácido nítrico, 60 gramos y agua, 250 gramos.
Se colocará la vasija en una tablita a 1,50 metros encima del suelo unas dos horas, despidiendo la mezcla vapores nitrosos: el líquido azul (azoato de cobre) que queda en el vaso se echa en las letrinas, porque sus propiedades desinfectantes son tan enérgicas como las del sulfato cúprico.
Por último es de saber que el aire sobrecalentado en estufas especiales constituye un modo de desinfección tan enérgico corno los agentes químicos, teniendo además la ventaja de no alterar en nada los objetos sometidos a la acción: desgraciadamente su modo de aplicación se limita a los objetos móviles y de poco volumen.
Caso de que los locales se hayan contaminado anteriormente por la prolongada estancia de enfermos atacados de enfermedades contagiosas, no hay mejor procedimiento de desinfección que el evacuar ventilar y aerear completamente la sala.
Si parecieren insuficientes estos medios se recurrirá a procedimientos enérgicos como son el raspar las paredes, techos y suelos, lavándolos luego con agua de potasa. Sí se trata de locales empapelados, se pone papel nuevo.
También da buenos resultados la pulverización con soluciones de sublimado corrosivo, de cresil, de cloruro de zinc, hechas por medio de un aparato especial.
La desinfección parcial se consigne también por el ácido sulfuroso, obtenido por la combustión del sulfuro de carbono en una lámpara especial; por la acción del aldehído fórmico; por la afusión de oxígeno o de ozono. Para desinfectar la ropa de cama, vestidos, etc., de los enfermos, el mejor procedimiento consiste en someter esos objetos a la acción del vapor de agua con presión y durante 50 minutos, a la temperatura de 120°, sirviéndose para esta operación de aparatos especiales, instalados en sitio fijo o movibles. Caso de que los objetos sean de valor insignificante o caso de que se trate de una enfermedad muy contagiosa, no debe vacilarse en quemar todo lo que se ha contaminado por el contacto del enfermo: así se detendrá más seguramente el desarrollo de una epidemia.